Continúan las violaciones en contra de los indígenas del Cauca pero ellos hablan de paz.
Líderes de las comunidades indígenas del norte del Cauca denunciaron que a pesar de la evidente reducción bélica en sus territorios, siguen las violaciones en contra de sus derechos humanos perpetradas tanto por grupos armados estatales como no-estatales. En la rueda de prensa convocada por la ONIC que PAS acompañó, los representantes también hablaron de lo que ellos consideran es necesario para lograr una paz verdadera y expusieron sus propuestas para la construcción de la misma.
“Si bien saludamos los diálogos en La Habana queremos mostrar muchos factores que están generando desarmonía en el territorio.” Con esa frase inició su exposición el representante indígena que desde el norte del Cauca llegó a la capital colombiana con la intención de visibilizar la situación de su comunidad. Para ellos, el diálogo con las FARC y la consecuente disminución en la intensidad de la guerra ha contribuido a un clima de calma y tranquilidad dentro de sus comunidades. Ya no se escuchan los helicópteros rondando sus territorios, las balas han sido silenciadas y las explosiones de las bombas ya no aturden sus oídos. En este sentido, la paz se siente más cerca. Sin embargo, la violencia no ha desaparecido del todo.
Denunciaron que hombres armados sin identificar merodean libremente por sus territorios amenazando constantemente a sus habitantes. Sus líderes, madres, hijos y abuelos aun viven con miedo por las constantes intimidaciones que recibe la comunidad por parte de los grupos paramilitares. “O se va o lo matamos” es una de las amenazas que hacen sin entender que, como los mismos representantes lo expresaron, “lo peor que le puede pasar a un pueblo indígena es el desplazamiento porque significa perder todo, perder la identidad y la cultura.” Por esta razón, a pesar de las amenazas, continúan resistiendo y luchando por su territorio pero exigen cambiar esta situación.
Muchos han tenido que irse de sus tierras y desde distintos lugares del país a donde han llegado en condición de desplazados hoy luchan por volver. Una de las exigencias que le hacen al gobierno es garantizar la seguridad, en conjunto con la guardia indígena, para poder volver al territorio.
La crítica situación de estas comunidades va más allá de las violaciones que se cometen directamente contra las personas. Su territorio, centro de su existencia como cultura, es otra de las víctimas que ha dejado la guerra con, según ellos, gran responsabilidad del ejército nacional. Sus sitios sagrados no son respetados por las autoridades que sin ningún problema los convierten en objetivos militares al situarse cerca o dentro de ellos. De la misma forma, se cometen violaciones contra el medio ambiente que agudizan los problemas de su difícil condición de vida.
Ante toda esta realidad la comunidad llegó a Bogotá con claras propuestas de paz. Para ellos, la paz no es solo acallar los fusiles. Una paz para los indígenas va fuertemente ligada al respeto de su autonomía y de su territorio. En este sentido proponen al gobierno apoyar y abrir el espacio para el desarrollo de un sistema educativo independiente, intercultural y diferencial para las comunidades indígenas que respete y promueva sus creencias ancestrales. En la misma línea proponen trabajar por la salud y la seguridad desde perspectivas territoriales.
Exigieron ser escuchados en el proceso de La Habana en el cual consideran se ha ignorado a la comunidad indígena y se ha trabajado desde una perspectiva de imposición y no de concertación como se plantea en el papel.
Pero sobre todo lo que se planteó en el encuentro sobre sale un importante llamado a la sociedad civil. “Debemos unirnos.” Entendiendo que no son solo ellos los que sufren las condiciones nefastas de un país desigual y en guerra, hicieron un llamado a campesinos, afros, sectores urbanos y todos los grupos sociales que sientan que no se les ha tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones a trabajar juntos por defender sus derechos. Desde esta unión plantearon que se puede construir una paz verdadera que más allá de acabar con la guerra, logre construir una sociedad justa, equitativa y tolerante en la que quepamos todos desde nuestras diferencias.